Y mañana es Navidad, saca la bota María, que me voy a emborrachar. Ande, ande, ande, la Mari-Morena… Y así toda la noche, después de una cena de putísima madre.
Por la mañanita, Jose y yo tuvimos que madrugar para comprar todo, especialmente, el marisco y las langostas para las paellas. Como era de esperar, compramos para un regimiento de 30 personas, aunque éramos 10 o 12. Nos duró la comida hasta la semana siguiente, jaja.
La etapa del mercado ya se merecería una entrada especial en el blog, pero, resumiendo, éramos los unicos guiris en todo el mercado de chinos, y los volvimos locos a todos: marisco, gambas, sepia, calamares (enseñando a limpiarlos también), verduras, carne, arroz, huevos… pasamos por todas las tiendas.
El primero en llegar fue Ricardo, el de Tenerife. No cuento a Jose, porque era el pinche de cocina, y empezó a cocerse bien prontito -que no a cocer comida, que quede claro-, para amenizar la velada. Lo primero era congelar las langostas para poder cocinarlas bien después.
Y empezamos a cocinar (el uso del plural es totalmente retorico, porque solamente cocinaba yo, mientras los otros gorrones se lo zampaban todo :P).
Patatas bravas que no falten. Chorizo al vino. Pan con tomate. All-i-oli. Jamón. Lomo. Queso… Todo casero.
Hasta los 10 litros de Sangría, en los que metimos 2 litros de Vodka, con la que la gente se puso como motos 😀
BaoBao se portó muy bien, y, a una hora prudente, se fue a dormir con la Ayi, que también se puso las botas de jalungo.
Hasta Terry y Moka se pusieron hasta arriba.
El mexicano fue el que no pudo aguantar el ritmo de los demás y pagó las consecuencias de quedarse sobado en el sofá.